miércoles, 1 de junio de 2011

Para salvarme yo debo de salvar mis circunstancias


"Yo soy yo y mis circunstancias"

Con esta famosa frase, José Ortega y Gasset quiso dar a entender que no se puede entender la vida prescindiendo de las circunstancias en las que está implantada; no puede entenderse la vida de un individuo prescindiendo de las circunstancias en las que vive.

Y vivir es encontrarse viviendo, aquí y ahora. Vivir es darme cuenta de mí en el mundo. Vivir es enterarme, percatarme y tomar conciencia de mi coexistencia con el mundo o circunstancia.

Yo no me encuentro nunca solo, sino abierto y en relación con mi circunstancia, es decir, con el mundo, con "lo que no soy yo".

Mundo o Circunstancia

Constitutivo básico de la vida. Conjunto de realidades en las que se sitúa el su­jeto y que determinan sus posibilidades vitales, su destino.

La famosa tesis orteguiana “yo soy yo y mi circunstancia” la encontramos ya en las “Meditaciones del Quijote” de 1914 y desde entonces forma parte característica de su filosofía. Como en el lenguaje ordinario, en Ortega la circunstancia es el entorno, lo que se halla alrededor de algo, pero Ortega eleva esta noción a categoría fundamental del vivir. Podemos resumir sus tesis en relación al mundo o circunstancia del siguiente modo:

  • Componentes de la circunstancia: Ortega no es todo lo claro que sería de desear en este punto. Sin duda, la circunstancia es el mundo vital en el que se halla inmerso el sujeto, por lo que se incluye en ella el mundo físico y todo el entorno que aparece en la vida (cultura, historia, sociedad, ...): en la circunstancia se incluyen las cosas físicas, pero también las personas, la sociedad, el mundo de la cultura; es el mundo en el que el sujeto está instalado. Este es el aspecto más sencillo de su descripción. Pero en muchos textos también incluye en la circunstancia el cuerpo y la mente o alma del propio sujeto. La razón de esta inclusión es que nosotros nos encontramos con nuestro cuerpo y nuestras habilidades, capacidades psicológicas e incluso con nuestro carácter como algo ya dado, con algo puede favorecer o ser un obstáculo para nuestros proyectos, del mismo modo que el resto de las cosas del mundo.
  • El mundo es un dato que se ofrece en la vida: el yo se encuentra en la vida con el mundo, con su mundo. No es cierto que primero nos encontremos a nosotros y después al mundo, nos encontramos a nosotros sólo en la medida en que nos vemos instalados en el mundo, en cuanto que nos ocupamos con las cosas, con las personas, con nuestra circunstancia. Mi yo se va formando en su encuentro con el mundo y a partir de sus reclamaciones. Mundo es lo que hallo frente a mi y en mi derredor, lo que para mí existe y actúa.

  • El mundo no es una realidad independiente: Ortega considera que no cabe aceptar la tesis realista tradicional, la idea de que el ser de las cosas lo puedan tener ellas por sí y en sí, con independencia de mi yo. Mundo no es la Naturaleza, ni el Cosmos en el que creían los antiguos, una realidad subsistente, independiente y por sí. El mundo es lo que yo advierto, y tal y como yo lo advierto. En mi vida interviene lo que en ella se hace presente, el mundo “es lo vivido como tal”. El mundo consiste en todo aquello de que me ocupo. “Su verdadero ser se reduce a lo que representa como tema de mi ocupación. No es por sí, subsistente, aparte de mi vivirlo, de mi actuar con él. Su ser es funcionante: su función en mi vida es un ser para, para que yo haga esto o lo otro con él.”(“¿Qué es filosofía?”). El “ser primario” de las cosas es su ser en relación con la vida, su servicio o posibilidad de manipulación, su ser vivido. El error del pensamiento tradicional es que hace abstracción de este ser primario y considera que las cosas pueden existir aunque yo no me ocupe de ellas, no las atienda.

Desde el punto de vista del yo y de la vida, de nuestra vida, la categoría fundamental es la del futuro (la vida es futurición), pero desde el punto de vista de la circunstancia es más importante la categoría temporal del pasado y más aún la del presente, la del ahora: decidimos nuestro futuro, pero para realizarlo tenemos que contar con el pasado, servirnos del presente y actuar en el presente. El futuro que nos espera no es uno cualquiera, es “nuestro futuro”, el que nos corresponde a partir de nuestro presente, de nuestro ahora, del mismo modo que el pasado no es el de otras épocas, es el de nuestro presente. En nuestro presente, tanto individual como social, se resume o concentra el pasado. Es nuestro destino, “nuestro tiempo es nuestro destino”.

La tesis del carácter esencial de la circunstancia lleva también al perspectivismo: no podemos superar nuestra circunstancia, ponernos fuera del punto de vista que corresponde a nuestra época; lo que queremos, lo que pensamos, está determinado por la circunstancia. Frente al intento de ver el mundo “sub specie aeternitatis” (desde el punto de vista de lo eterno, es decir desde ningún punto de vista) propone ver el mundo “sub specie circumstantiarum” o “sub specie instantis”, ya que toda circunstancia tiene una dimensión temporal. Ortega quiere declarar con esta frase que la vida propia no sólo depende de las peculiaridades de nuestra subjetividad sino del medio en que esta se desenvuelve. El yo y la circunstancia están trabados totalmente. Esta es precisamente el aspecto que Ortega considera la gran aportación de su filosofía.

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